“Descubrimos que es lo mismo ser ateo que creer en Dios, dado que ambas opciones son conclusiones de la mente. Ninguna de las dos es una verdad anterior al pensamiento, en la que se supone que Dios ya debería ser. Si hay una certeza de Dios será dada por la fe. Es decir, tener la seguridad de que la rosa abrirá en el rosal entregándonos su exquisito aroma. Y digamos que por fe, no se llega a ser ateo.”

 La fe

Hay noches como ésta en las que me cuesta mucho tomar el cuaderno de notas para hilvanar pensamientos.

Pero, casi mecánicamente, me dejo llevar como náufrago hacia un rumbo incierto, tan metódicamente incierto, que me genera alguna esperanza.

“Surge un único pensamiento, la nítida imagen de un inmenso océano. Floto sobre sus olas y es de noche, cuando me hundo en la profundidad más oscura. Espero morir, sin embargo algo nuevo respira en mí. Salgo a flote y buscando la costa, veo un muelle, en donde una luz me certifica mi nueva existencia.”

El muelle

Ya escribí sobre la verdad, y creo que fui claro sobre cuál es la verdad que busco. Pero me mueve el deseo de darme el gusto de recorrer, así como recorro estas líneas, algunas otras verdades.