“Se pregunta el que duerme: ¿Qué es el despertar? Claro lo pregunta dentro de su sueño, por lo que la respuesta será de dos modos diferentes: una, si sueña satisfecho, y la otra, si lo hace insatisfecho”.

El sueño

Si el que duerme sueña satisfecho, el sueño le dirá lo siguiente:

Despertar es disfrutar de la vida. Valorar todo lo logrado con tu sacrificio, y  que ahora posees con gusto.

Ver siempre la mitad llena de la copa y no la mitad vacía.

Sentirte el protagonista de tu vida y no un actor de reparto.

Evitar los pensamientos negativos: la ira, el rencor, la envidia, los celos. Amar al prójimo, como te amas a ti mismo, en tu sueño satisfecho.  

Pero si el que duerme sueña insatisfecho, el sueño le dirá lo siguiente:

Despertar es hacer la revolución. Subvertir el estado actual de las cosas, dado que como están tu sueño no es grato.

Tú te mereces ser feliz, contar con las mismas posibilidades del que logró tener algo.

La realidad de tu sueño es manipulada por los amos, que quieren mantenerte en un sueño miserable.

Hay otra realidad que se te oculta y de la cual no formas parte.

Despierta! 

Haz que tu sueño sea agradable como el sueño de los que poseen todo.

Viva la revolución! puesto que no te mereces este mal sueño.

Pero la verdad no duerme y se aproxima al siguiente pensamiento:  

Si no hay quien despierte, no existirá ningún sueño, ni el sueño del que sueña satisfecho, ni el sueño del que lo hace insatisfecho.

En la ciudad de Dios sólo existe un estado, y es el de la atención permanente.

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